«¿Dónde está el dinero?: de la etnografía a la gestión», X Congreso Argentino de Antropología Social, Buenos Aires.

La antropología aplicada nos permite convertirnos en portavoces profesionales entre otredades encontradas. Y que ello sea justo en términos de comunicación y para los dos lados. El antropólogo tiene la posibilidad de oficiar de mediador y traductor cultural, por ejemplo entre: una comunidad aborigen y una empresa petrolera, un estado provincial y una villa del conurbano, un programa nacional de salud sexual y maestros rurales, un poblador de un pueblo rural y el guión de un documental, una práctica cultural determinada y una ONG, etc. Trabajar con relaciones sociales implica trabajar con personas, (las que integran las comunidades aborígenes, las empresas, los municipios y provincias, las producciones de las películas, las escuelas, las villas, los profesionales, todos los lugares) y el intento de ponerlas a dialogar solo es posible a través de la herramienta etnográfica. “Quase todas as culturas dispensam os estrangeiros de certos deveres e cerimoniais obrigatórios aos nativos, e é comum também que as opiniões dos estrangeiros sejam ouvidas com interesse, em vista da curiosidade de saber ‘como eles nos veem’. Os antropólogos estrangeiros, no contexto de certos programas de desenvolvimento, gozam efetivamente desse direito. Devemos lutar para que tal privilegio seja um atributo do cargo em si” (Bartolomé, 1992: 171)

 

La antropología que asume la orientación aplicada o a la gestión posibilita la ubicación de antropólogos en los intersticios entre el dinero y los beneficiarios/damnificados de determinados proyectos, lo que puede hacer visible determinada realidad social, relacionar actores de diferentes niveles entre sí, y ensayar respuestas más ajustadas a determinada acción/proyecto. La antropología tiene la capacidad de dar sentido al capital para el desarrollo, tiene una capacidad de agencia maximizando beneficios y minimizando impactos.